Raza, patria, nación... A Sugihara (Yosuke Kubozuka) le repatean estos conceptos. ¿Su problema? Es de ascendencia y nacionalidad norcoreana, aunque nacido y criado en Japón, con lo que no se distingue en absoluto de la gente de su alrededor. Tratando de integrarse en una sociedad que le discrimina por su condición de extranjero, decide cambiar su instituto coreano y entrar en uno japonés, viviendo en sus propias carnes la discriminación, la exclusión y las miradas de desprecio de sus compañeros que le gritan: ¡coreano! Esto se traduce en violentos e interminables enfrentamientos. Hijo de un boxeador retirado (el veterano actor Tsutomu Yamazaki), Sugihara aprende desde pequeño que, para tener una vida plena, hay que salir del círculo y asumir ciertos riesgos. No le gusta pegar, pero aún le gusta menos que le peguen... Hasta que llega Sakurai (Kou Shibasaki), la chica misteriosa. Ella es el mayor reto al que Sugihara se ha enfrentado, y ésta es (en teoría) su historia de amor. La pregunta es: ¿podrán ellos dos eliminar las fronteras invisibles que una historia de invasiones y guerras ha erigido entre dos etnias?
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